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Está en Netflix, sólo dura y media, y es una de las mejores películas sobre baloncesto

Incluso aunque no se bota un balón

Los dramas deportivos han sido históricamente uno de los grandes baluartes del cine de entretenimiento para adultos. Historias de superación, con inspiración real o no, contadas a través de hazañas deportivas. Ahora ya resulta más complicado ver este tipo de películas, aunque las que llegan pueden tener un punto más subversivo.

Es lo que sucede con High Flying Bird, la película dirigida por Steven Soderbergh y protagonizada por André Holland. Una de las mejores películas sobre el deporte y el baloncesto, incluso aunque no se vea a nadie botando un balón, que sólo dura hora y media y se puede ver en exclusiva en Netflix, donde se estrenó.

Ray Burke es un agente que trabaja para una agencia deportiva de Nueva York que se encuentra en pleno cierre patronal. Después de que su tarjeta de crédito sea rechazada en un restaurante de lujo, su jefe David Starr le comunica que la empresa está perdiendo clientes, que las cuentas bancarias y las tarjetas de crédito de los empleados están congeladas y que él podría ser despedido junto con otros empleados..

Esto obliga a Ray a urdir un plan que pueda salvar a la empresa del cierre patronal y también su carrear, así como dar nuevas oportunidades a su cliente, Erick Scott. En el proceso buscará ponerlo todo patas arriba, sacudiendo la jerarquía de la liga y haciendo que cambie el juego para siempre.

Soderbergh se quedó interesado por las ideas de un guion que señalaba la disparidad existente en el deporte profesional, especialmente en una liga como la NBA, donde el talento y el rostro visible es principalmente afroamericano pero los grandes beneficios económicos se los llevan unos pocos, y todos de raza distinta. Un desajuste contra el que la película quiere revolverse, y que el director trata de contar como si fuera una película de atracos.

Aplicando su habitual e inconformista estilo visual, llevándole a rodar toda la película con iPhones de la época, el director nos lleva por un meticuloso y secreto plan pensado para poner patas arriba un sistema desequilibrado. Es algo que suele estar presente en sus mejores películas, como Ocean’s Eleven, y aquí emplea para darle aire fresco al drama deportivo.

Es por ello que puede sonar descabellado que sea una de las mejores películas sobre el baloncesto, ya que la acción sucede lejos de una cancha, pero sí que es de las más perceptivas sobre en qué situación está el baloncesto como espectáculo profesional. De ahí que sea una obra especial que no merece estar olvidada en un catálogo tan inmenso.

Puedes ver High Flying Bird en Netflix.